7 mil 400 salvadoreños reconocen sus raíces africanas
Redacción Diario Co Latino
Los afrodescendientes llegaron a
Centroamérica durante el período de la conquista, procedentes de África y
España, como esclavos para ser comercializados en el nuevo continente.
En
El Salvador, de acuerdo al antropólogo Wolfgang Effenberger López, los
asentamientos de afrodescendientes se diseminaron en todo el país, con
énfasis en los departamentos de Sonsonate, Ahuachapán, San Miguel y La
Unión.
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Foto Diario Co Latino/ Patricia Castillo |
Effenberger sostiene que debido a las influencias fascistas
implementadas por el ex presidente Maximiliano Hernández Martínez el
ambiente socio político en 1933 se volvió hostil a raíz de una ley que
redobló las exigencias para ingresar al territorio nacional,
especialmente para los afrodescendientes y asiáticos, por considerarlos
razas inferiores.
Estas acciones hicieron que muchos emigraran y otros ocultaran su origen.
“Esa
ley fue influenciada por un pensamiento, un discurso y prácticas que se
fundan en racismo científico, que jerarquiza los grupos, construye
razas, los jerarquiza y pone como superior a la raza blanca y como
inferiores a razas indígenas y razas negras. Hay que decir que esas son
construcciones sociales”, afirmó el antropólogo que tiene raíces
afrodescendientes salvadoreñas.
Otro fenómeno que deriva de una
cultura racista hacia la raza indígena y afrodescendiente es que la
misma población a pesar de poseer rasgos físicos que denotan raíces
africanas lo niegan por temor a ser mal vistos en la sociedad.
El
censo de 2007 indica que apenas 7,400 habitantes profesan ser
afrodescendientes, algo que para el antropólogo no es del todo cierto.
Effenberger afirma que son muchos más las personas con raíces africanas
en El Salvador, ya que en el país se dieron mezclas con indígenas,
asiáticos y árabes.
“Uno de los grandes problemas es que como hemos
negado mucho nuestra herencia africana, eso derivó en una mirada a la
historia que deja como principales actores solamente a españoles,
europeos o blancos indígenas.
Los indígenas también son un pueblo invisibilizado en El Salvador”, afirmó el investigador.
“Pero
hoy en día estamos conociendo nuestra herencia africana y con esa
mirada hay que releer la historia. Hay más actores, hay más diversidad
también en el pasado de El Salvador, como en la actualidad de El
Salvador”, agregó el antropólogo.
Afrodescendientes y población indígena de El Salvador
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Por el Dr. Ramón Douglas Rivas |
Ese fue el tema que presenté ante una nutrida concurrencia en ocasión
del IV Congreso Iberoamericano de Cultura llevado a cabo en Mar del
Plata, Argentina, la semana recién pasada. En esta columna quiero
compartir con los lectores, a manera de resumen, mi presentación en
este tan importante cónclave al que asistieron 24 ministros de cultura
de Iberoamérica, académicos, escritores y representantes de ese amplio
espectrum de la cultura. Estar en este congreso fue una oportunidad
para debatir, reflexionar y construir propuestas para la acción
ciudadana en los diferentes ámbitos de la cultura, basados en redes de
comunidades, actores, creadores y ciudadanos adecuados a cada lugar.
Los temas, participantes y metodologías incluyeron aspectos vinculados a
las exclusiones e inclusiones desfavorables con temáticas como; los
pueblos afrodescendientes e indígenas, las migraciones, la
participación cultural, la promoción de la cultura de paz, al abordaje
de las tensiones sociales desde un enfoque cultural a los gobiernos
locales, a la inclusión de lo rural y “a las relaciones de asimetría
entre Iberoamérica y América Latina. En fin, la cultura se abordó como
un eje trasversal, como elemento clave de desarrollo humano que esta en
todo y que es, sin lugar a duda, el engranaje de cada sociedad. El
entendimiento y compresión de esto es clave para poder convivir y
desarrollarnos plenamente como individuos en sociedad y en el mundo
global en que vivimos.
Mi presentación inició así: Cuando ordenaba mis
ideas sobre el tema que hoy expondré, me llamó la atención el llamado
que hizo en el 2010 el Comité de las Naciones Unidas sobre la
Eliminación de la Discriminación Racial a El Salvador, al señalar que
el país tiene la “oportunidad histórica” para enmendar las antiguas
políticas que desconocían la existencia y derechos de los pueblos
afrodescendientes. En esa oportunidad, el vocero del gobierno presentó
un amplio informe sobre la situación de los pueblos originarios de El
Salvador y la situación de los afrodescendientes dentro de la sociedad
salvadoreña. A un año de esa presentación, puedo afirmar que el tema de
los afrodescendientes y pueblos originarios es hoy en día punto de
agenda para el gobierno del Presidente Mauricio Funes, porque vemos una
“oportunidad histórica” para enmendar el pasado, particularmente en lo
relacionado con la eliminación de la discriminación racial que, para
utilizar la terminología del antropólogo Mac Chapin, referente a la
población indígena de El Salvador, “invisibilizó” a muchos pueblos y yo
digo también, eliminó a otros.
Nuestro trabajo por visibilizar a los
afrodescendientes e indígenas de nuestro país parte por reconocer su
existencia. Al conmemorar el Bicentenario del Primer Grito de
Independencia que se dio en El Salvador, nuestros historiadores han
revisado minuciosamente la historia de la región centroamericana para
identificar la presencia de la población africana en la región. Según
Carlos Loucel Lucha, historiador nacional; “a principios del siglo XIX
con la creación de la nación-estado, se potenció en la mentalidad de la
sociedad salvadoreña que en El Salvador no existían los
afrodescendientes, con el único interés de exaltar al mestizo de
ancestro indígena y europeo, excluyéndose la ascendencia y participación
del negro africano en la construcción social multiétnica”.
El estudioso
salvadoreño de la historia nacional, Pedro Escalante Arce, sostiene que
los habitantes de las tierras cuscatlecas son el fruto del cruce
biológico de tres pueblos: los españoles, los africanos y los pueblos
originarios; y según él “los africanos llegaron aquí desde el inicio
español y su sangre corre en las venas de salvadoreños, con un creciente
interés actual por el legado cultural y por los resabios étnicos que se
observan difuminados en el paisaje mestizo y ladino”.
¿Cómo llegaron a
nuestras tierras? Sin entrar en mayores detalles de su llegada a las
tierras, hoy en día centroamericanas, en especial a El Salvador, podemos
asegurar que los africanos llegaron a la región junto a los
expedicionarios españoles y portugueses que estaban sedientos de nuevas
tierras para poseerlas, saquearlas y tributar a sus reyes. En sus
investigaciones Pedro Escalante ha documentado la presencia de navíos
cargados de esclavos en los primeros años de la colonia, cuyo fin era
insertar a esos esclavos africanos en el trabajo de las nacientes
haciendas de San Salvador y Sonsonate. Para no extenderme mucho en la
parte histórica de estos hechos, citaré algunos fragmentos de la
investigación hecha por Pedro Escalante Arce sobre la llegada y
pernoctación de los afrodescendientes en El Salvador: “La esclavitud fue
una institución universal, aceptada legalmente, aunque desde siempre
controvertida por razones de conciencia, humanidad y religión.
Los
primeros esclavos negros de servicio llegaron procedentes de España con
soldados, funcionarios y pobladores, que recibieron autorización de
embarcarse con ellos. En el Lienzo de Quauquechollan, que plasma
pictóricamente los servicios de los indígenas mexicanos quauqueholtecas a
Jorge de Alvarado y su tropa, en el viaje a Centroamérica de 1528, está
dibujado el que es probablemente uno de los primeros africanos que
anduvo por estas tierras, o el primero, y está de camino hacia la parte
que hace falta del lienzo, que es la que presumiblemente correspondía al
presente El Salvador. La intensa y desordenada riqueza cacaotera de los
Izalcos hizo que fuera una de las primeras regiones en tener apreciable
cantidad de africanos esclavos.
El oidor Diego García de Palacio, en su
Carta-relación de 1576, menciona un enclave de negros a orillas del
lago de Coatepeque. Y lo mismo habla de ellos fray Antonio de Ciudad
Real en la crónica del viaje del provincial franciscano fray Alonso
Ponce de León, en 1585-1586, que dijo haberlos visto en apreciable
cantidad en una hacienda en las goteras de la villa de La Trinidad de
Sonsonate, en las riberas del río Cenzúnat. Los negros en las haciendas
eran usualmente personas de confianza de sus amos y podían cumplir una
función intimidatoria con los indígenas, como capataces y personas de
trato enérgico, tal los llamados gañanes.
En San Salvador y San Miguel,
muchos vecinos poseían esclavos negros, algunos para ser enviados a
lavar oro a los ríos hondureños, lo que fue una verdadera industria en
el siglo XVI. Para 1545, se señaló una suma de unos 1,500 negros en
busca de arenas auríferas en tierras de Honduras…” Por largo tiempo, la
presencia negra y mulata fue negada y borrada por el incipiente
Estado-Nación que se construía con la omnipresencia de los parámetros
étnicos europeos occidentales. Pero la historia de los africanos en El
Salvador, desde el siglo XVI hasta la extinción de la esclavitud en
Centroamérica por la ley de abril de 1824, es un tema para investigación
abundante en hechos, datos y acontecimientos, como la olvidada rebelión
negra de finales de 1624, erradamente situada en la Semana Santa de
1625, comentada por monseñor Francisco de Paula García Peláez, en sus
Apuntamientos. José Heriberto Erquicia Cruz, en un interesante documento
de tesis afirma que, “Los censos coloniales tanto de la iglesia como
del estado colonial muestran claramente el gran número de
afrodescendientes que habitaban o que eran parte de ese San Salvador
colonial.
Con el paso de los años, a finales del siglo XVIII ya se
había iniciado un proceso de ladinización e invisibilización de la
población de ascendencia africana. Según constan en documentos
históricos, los curas dejaron de marginar la ascendencia del recién
nacido dejando así de clasificarse la población”. El mismo Herquicia
Cruz es de la opinión que “no obstante, en El Salvador de 2011, aunque
no conocemos una colonia de afrodescendiente en el país, los elementos
africanos se visualizan en la totalidad de los salvadoreños y en su
cultura; dígase gastronomía, expresiones lingüísticas, música, danza,
religión y en sus rasgos fenotípicos”.
No es de extrañar, y lo expreso
con mucho cuidado pues hacen falta estudios que lo confirmen, que muchas
manifestaciones del salvadoreño actual tienen bastantes características
del actuar del mulato que se describe en la colonia. Por ejemplo, es
común en ambos el deseo activo de subsistir e ir ascendiendo en la
jerarquía de clases. El carácter del salvadoreño de la actualidad se
asemeja más al carácter del mulato del siglo XIX. Lo que sí está claro
es que entre la población negra se ha dado una marcada transformación
biológica cultural y socio cultural. Y esto vale también para la
población indígena de la cual hablaré más adelante. No hay que olvidar
que El Salvador es el país en el continente que presenta el dato de
población indígena más bajo en comparación de otros países del área.
Pieza de Indias, Africanos en El Salvador
Conversatorio e intercambio de experiencias AFROES y Patricia "Afro Baby" Grasals
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Julius y Wolf |
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Carolina, Patricia y Tavo entre otros. |
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Salón casi lleno |
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Exponiendo |
Didine Angel
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