La herencia africana en la historia salvadoreña
Especiales La Prensa Gráfica, agosto 2011
Legado africano.
Muchos descendientes de africanos lograron, incluso, ser propietarios
de esclavos, se convirtieron en exitosos comerciantes, agricultores, ganaderos
y participaron en las gestas emancipadoras.
La ausencia
de afrodescendientes en El Salvador es un mito que ha sido mantenido a través
del tiempo sin bases sólidas; y muy por el contrario, la presencia africana en
la historia salvadoreña constituye un hecho patente y abundantemente documentado.
La idea de la ausencia de afrodescendientes se estableció en la mentalidad de
la sociedad a principios del siglo XIX con la creación de la Nación-Estado,
cuando se exaltó al mestizo de ancestro indígena y europeo, excluyéndose la
ascendencia y participación del negro africano en la construcción social
multiétnica.
Carlos Loucel Lucha /Colaborador, Academia / Salvadoreña de la Historia
Los primeros
esclavos negros llegaron en la época de la conquista española y fueron
colocados en diversas clasificaciones. Los llamados bozales eran los que
todavía se consideraban en un estado nativo africano y no aculturados por los
europeos. Así los encontramos en un documento de 1641, en el cual se menciona
que el navío “Nuestra Señora de los Remedios y San Lorenzo”, que venía con un
cargamento de negros de Angola destinado a los puertos de Cartagena y Veracruz,
arribó al puerto de Trujillo de la provincia de Honduras. El capitán del barco
hizo trato con los corsarios para venderles los negros, pero cuando atacaron la
nave y esta encalló, los negros escaparon a los montes, no sin antes haber
conseguido armas. Por orden del rey, se recapturaron a los negros esclavos
fugitivos y se pusieron en custodia, mientras al capitán se le puso en prisión
con una multa de 500 pesos (la documentación consta en el Archivo General de
Centroamérica, Guatemala).
Los negros
recapturados de “Nuestra Señora de los Remedios y San Lorenzo” se remitieron a
San Miguel. Fueron 76 esclavos los que se pudieron recuperar, de los que
algunos se encontraban enfermos y se dejaron morir, pero los sobrevivientes no
fueron devueltos por la necesidad de ellos en la provincia.
La Trinidad
de Sonsonate fue uno de los lugares en los que se efectuaban las transacciones
de compra y venta de esclavos; a ella, llegaban a abastecerse los traficantes
que satisfacían las necesidades de los pueblos y villas del interior de la
provincia, comerciantes guatemaltecos y otros provenientes del Perú, quienes
también llegaban a adquirir tinta añil. Los traficantes de la provincia de San
Sal vador, al igual que los de Honduras y Nicaragua, llegaban a Sonsonate en
busca de esclavos africanos debido a la creciente demanda en esas zonas, como
sucedía con los obrajes añileros.
La
composición de las distintas poblaciones de los pueblos fue variando de acuerdo
a la zona en donde se ubicaban, así como estaban los exclusivamente indígenas,
otros tenían población mulata, ya coexistiendo, cuando las normas de
exclusividad étnica se distendieron. Así, la población mulata a finales del siglo
XVIII se había establecido como el segundo grupo poblacional más notorio
después de la indígena. También, el proceso de invisibilización de la población
afrodescendiente había comenzado con la utilización del término ladino, el cual
se utilizaba para clasificar a aquellas personas cuya ascendencia no estaba
clara; grupo que se llegaría a convertir en el más importante en el siguiente
siglo.
La población
mulata logró insertarse en los pueblos en las actividades en las que habían
desarrollado más habilidad y trabajado a lo largo de siglos de esclavitud: la
agricultura y la ganadería, como peones y mano de obra asalariada en las
haciendas, labores o fincas para tareas de cultivos y cacaotales, o en los
ingenios y obrajes. También, se dedicaron al cultivo del añil y de la caña de
azúcar, lo mismo a cultivar algodón y frutas; criaban ganado vacuno tanto para
carne como para la producción de leche, con elaboración de quesos. Casaban a
sus hijas con agricultores igual que ellos y les daban como dote productos relacionados
con la agricultura o ganado. Algunos de ellos fueron exitosos en sus empresas y
llegaron a alquilar más tierras para sus cultivos, además de haberse
establecido muchas familias en los barrios urbanos de ciudades y pueblos
grandes, y adquirido allí casas.
Algunos
lograron ascender socialmente y llegaron a ejercer cargos públicos de menor
rango, incluso a ser propietarios, a su vez, de esclavos. Muchos mulatos se
entrenaron en algún oficio, como sastres, zapateros, carniceros, herreros o
carpinteros, y algunos llegaron a ser maestros del oficio, estableciéndose como
tales.
A finales
del siglo XVIII, se había iniciado un proceso de ladinización e
invisibilización de la población de ascendencia africana. Los curas dejaron de
marginar la ascendencia del recién nacido, dejando así de clasificarse la
población.
Con la
Independencia, se abolió la esclavitud, según ley promulgada el 24 de abril de
1824 por el Congreso Constituyente en Guatemala. Es famosa la intervención del
presbítero José Simeón Cañas en el Congreso federal el último día de 1823, con
su conocido discurso abolicionista. Por bando, se anunció la temprana extinción
de la esclavitud en el istmo centroamericano. Queda asimismo abolida para
siempre la esclavitud y, en consecuencia, quedan libres todos los esclavos de
ambos sexos en el día de la publicación de este bando, debiendo concurrir los
dueños a la caja de la ciudad para que sean indemnizados de su importe.
Con la
Independencia y después con la Federación, se trató de homogenizar a la población
de la nueva nación, se dejó de clasificar a las personas al momento de su
bautizo y los grupos que componían la sociedad colonial desaparecieron de los
documentos. En los siglos XIX y XX, los afrodescendientes desaparecieron de la
historiografía salvadoreña, en parte, por la legitimación de la nueva nación y
por la exaltación del mestizo y sus dos raíces: la blanca y la india. A fines
del siglo XX, se encuentran algunos trabajos de autores que intentaron
rescatarlos.
Los negros
africanos estuvieron presentes desde el momento de la conquista, luego los
descendientes durante el período colonial se integraron a la sociedad,
participaron activamente en las insurgencias de 1811, 1814 y en el proceso
independentista, para incorporarse después silenciosamente en la construcción
de la sociedad republicana.
Texto y
fotos cortesía de la Academia Salvadoreña de la Historia.